12/29/2016 2 Comentarios Valorar a la poesíaSi es de la gente que piensa que la poesía es un pasatiempo para románticos, seguramente no se ha detenido a observar cuántas cosas alrededor suyo tienen poesía. Incluso los anuncios comerciales de esos productos que compra irracionalmente usan poesía para llegar al mismo centro de su cerebro donde se toman las decisiones. La poesía tiene que ver con el deseo, con la expresión de lo que nos falta y es allí donde reside la magia de la mercadotecnia, en el deseo y la carencia de lo lejano. Como una de las bellas artes, la poesía es la expresión más sublime del ser humano. Sir Ken Robinson, un inglés experto en educación, señala en su conferencia sobre educación y creatividad que el arte despierta el pensamiento divergente y es un estímulo tan grande para el cerebro, que despúes de una exposición a cualquier forma de arte, el individuo toma mejores decisiones en los negocios y está mejor preparado para aprender sobre cualquier materia. En los países desarrollados el arte en todas sus formas juega un papel escencial. Los centros educativos dedican gran porcentaje de su tiempo y recursos a desarrollar el arte en sus estudiantes, ya que reconocen su potencial educacional. Las empresas siguen la misma línea y las ciudades destinan espacios importantes dentro de las urbes al disfrute de obras de arte, desde la plástica hasta la performática, sin olvidar la poesía, por su exquisitez y alto valor intelectual. Si otorgamos valor a lo que nos produce ganancias, el arte debería ser la inversión primaria. Las ahora llamadas industrias culturales mueven el mundo. Existe muchísimo movimiento económico en torno al arte. Cada vez que hay un evento artísitico ganan las petroleras, el transporte público, el transporte selectivo, el licor, la industria de la ropa, del calzado, los restaurantes, las farmacéuticas, la economía informal, la papelería, las redes sociales, y si continúo con la lista, se podrá observar cómo el arte es un motor de la economía valorado en países con visión clara. Si quiere hacer el ejercicio, piense en todas las actividades que realiza cuando planifica asistir a una actividad artística. Sea honesto y verá que gasta más que la entrada. Sin embargo, a la hora de hablar de la poesía, pesa mucho el prejuicio. Se piensa de la poesía que su brevedad y su historial lírico le restan fuerza a su capacidad de seducir audiencias. De hecho, hay simpatizantes y amantes de la poesía que jamás asisten a recitales o presentaciones de libros. Incluso hay poetas que nunca atienden la convocatoria a recitales de sus colegas, mucho menos si son de nuevas generaciones. Rechazan, sin derecho a réplica, la oportunidad de escuchar de viva voz de sus creadores una poesía que normalmente tiene dificultades para ser conocida, pues en la industria editorial lo primero que sufre es este género. Pasa también que los poetas hemos asumido que debemos regalar nuestro trabajo. ¿Cuántos libros de poesía no se regalan en eventos literarios, aún cuando su costo de impresión no ha sido cubierto? Se cuentan con los dedos de una mano las veces que en un evento sus organizadores reservan pago para poetas. Normalmente hay presupuesto para los del brindis, para las boquitas, para alquiler de sillas, equipo de sonido, luces y hasta para pagar a personas que nos dicen donde sentarnos, pero si un poeta pasa a leer en esa actividad, lo hará por "darse a conocer" y se irá a su casa habiendo gastado en transporte, en comida y probablemente hasta en imprimir material. Ese día asumirá la pérdida por "darse a conocer" , sin caer en cuenta que no importa cuántas veces "se dé a conocer", siempre seguirá siendo llamado a leer sin pago, sin siquiera reconocer sus gastos para llegar hasta ahí. Lo más gracioso - como para reírse de la desgracia - es que el público suele disfrutar de la poesía y rememora lo bueno de un evento por la participación poética que nadie quiso pagar, y terminan contactando a esa persona para leer en otros eventos "como una colaboración" para cualquier institución que sí sabe dar valor a otros elementos del mundo del arte. Una de las más graves omisiones a este respecto las suelen cometer en las instituciones estatales, el Instituto de Cultura o los departamentos de cultura de cualquier estamento o centro educativo. Suelen invitar a los poetas a compartir y les dicen alegremente que no alcanza el presupuesto ni para los viáticos. Es decir, arman un evento en torno a la poesía y se les olvida considerar a los poetas. Sería como armar un viaje al espacio y decirle a los astrunautas que no se les paga. Como en toda profesión u oficio, cada día surgen nuevas voces en la poesía. Siempre habrá alguien que quiera "darse a conocer" y cuyo entusiasmo utilicen los traficantes del arte para darle valor a sus gestiones y a sus instituciones. El círculo vicioso es la idea manipuladora de que si no se participa, la poesía va quedando relegada en los libros de las viejas bibliotecas. Pero lo que si no es necesario es participar con las anquilosadas instituciones que ya tienen por norma descansar sobre el trabajo ajeno. Hoy día las redes sociales y el universo del internet nos permiten "darnos a conocer" sin pedir permiso ni perdón. Podemos hacer recitales en vivo con audiencias en decenas de países, podemos compartir nuestra poesía y gestionar o no que seamos retribuidos por ello. Si vamos a trabajar gratis, que sea a nuestra manera, con nuestras reglas y si al ver que ya tenemos un público nos van a llamar, que consideren dentro de sus presupuestos una retribución del tamaño de la importancia y el valor que tiene la poesía en la vida de toda persona.
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AutoraEscritora, docente universitaria, traductora e investigadora. También se ha desarrollado en el campo de la música y las artes escénicas de la mano de artistas y grupos artísticos como Clavo y Canela (2000), Trópico de Cáncer (2004), El Kolectivo (2012) Teatro Carilimpia (2014) y Mar Alzamora-Rivera (2015) Archivos
Julio 2022
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