7/4/2022 0 Comentarios La experiencia del e-bookLa tecnología no deja espacio a la excusa. Desde hace ya varios años venimos presenciando importantes cambios en la industria editorial, cinematográfica y musical, entre otras. Ya no es necesario que una disquera acepte a un músico, ni que se deba hacer un álbum para acompañar a un éxito. Tampoco es importante negociar con una distribuidora para lanzar una película o con una editorial para publicar un libro. Hay plataformas para todo, y han evolucionado tanto en la forma en que las podemos utilizar, que en cuestión de minutos, logré colocar un libro a la venta y esta mañana cinco personas lo habían comprado sin siquiera meter una publicidad.
En efecto, esta facilidad tiene su lado peligroso, y es que si antes había gente con dinero que se auto-publicaba sin el menor pudor a presentar una porquería, hoy lo puede hacer también alguien de pocos recursos y gran ego. Las redes sociales están llenas de pseudo-poetas o de personas con buenos celulares que ya tienen su propio "canal de contenidos" y viven de eso. De hecho, podría decirse que los públicos de las redes sociales tienden a preferir contenidos ligeros, carentes de técnica, pero hartos en situaciones hilarantes que les hagan olvidar por unos segundos el estrés y la crisis económica. Es un viraje en el sentido de los medios de comunicación, en los cánones del arte y en la propia economía. No obstante, hay algo en el medio. Después del sacudón, los artistas que dejan de pelear con las horas que consume el mundo en videos graciosos, tweets efectistas y culos meneando cinco pulgadas de tela y dos kilos de oro, pueden empezar a plantearse usar la tecnología para facilitar la difusión de sus trabajos. Entendiendo que lo digital es efímero, pero deja una impronta de vigencia, es necesario evaluar si el camino que hemos hecho hasta ahora es el que nos llevará a poder plantear nuestro trabajo de manera digna y libre. No digo que le falte valor al trabajo editorial. Personalmente, siempre quise trabajar con alguien que hubiera estudiado y se dedicara a hacer libros, porque lo mío es escribir. Lo que me impacienta es lo difícil que es encontrar un editor y luego entender sus intereses, sus tiempos y sus elecciones. Digamos que el camino está trazado de una forma en la que la última en recibir un retorno es quien escribe. Cuando un libro sale a la venta, hay como diez personas esperando pago antes que su autora. Y si la decisión editorial fue imprimir pocos ejemplares, quedará en un gran esfuerzo que se diluye como por falta de oxígeno. Y yo miraba el otro día que hay miles de libros digitales y que yo misma los leo, que no me da pena acumularlos en la casa y mucho menos un ataque de sinusitis. Entonces me decidí, agarré un libro en el que trabajaba hace un rato, que ya lo había discutido con mi asesora literaria y sin mayores complicaciones, hice mi cuenta de autor, abrí mi plataforma y mandé mi libro. Ya les contaré cómo es eso, pero promete hacerle llegar en versión digital o impresa el libro a quien quiera en este mundo y mandarme a mí, lo que yo pida por el trabajo realizado.
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AutoraEscritora, docente universitaria, traductora e investigadora. También se ha desarrollado en el campo de la música y las artes escénicas de la mano de artistas y grupos artísticos como Clavo y Canela (2000), Trópico de Cáncer (2004), El Kolectivo (2012) Teatro Carilimpia (2014) y Mar Alzamora-Rivera (2015) Archivos
Julio 2022
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